lunes, 20 de mayo de 2019

ARTÍCULO DE OPINIÓN

EL FIN DE LA TAUROMAQUIA 

¿Por qué el maltrato y la violencia forman parte de nuestra cultura? 
¿Comó puede estar permitida esta atrocidad? Una tortura que ya
no es rentable y que la mayoría de españoles condenan.

No hay arte en la violencia, ni en el maltrato. La tauromaquia pertenece al pasado pero no es parte del futuro. Esta tradición retrógrada que cada vez tiene menos aceptación por parte de los ciudadanos españoles esta llegando a su final. Por suerte evolucionamos y los toros están prohibidos en Cataluña, las Islas Canarias, la mayoría de municipios de Galicia y la mayor parte de las Islas Baleares. Una tauromaquia que se ha quedado sin argumentos, en el siglo XXI no se puede seguir siendo subvencionada con el dinero de todos. 

El toro es asesinado con una larga tortura que empieza con la pulla, un elemento cortante que secciona y corta los músculos, tendones, venas, arterias y estructuras óseas. Después vienen las banderillas, unos arpones de 4 centímetros que aumentan el dolor y la pérdida de sangre. Posteriormente llega el estoque una espada de 88 centímetros que se clava en la cavidad torácica seccionando sus bronquios, pulmones y el corazón, esto provoca que el toro se ahogue en su propia sangre provocándole una lenta agonía en la que además interviene casi al final el descabello, otra espada similar al estoque que secciona su médula espinal dejándole tetrapléjico pero aún consciente. 

Todo este sufrimiento tremendamente violento termina con la utilización de la puntilla, un cuchillo de 10 centímetros que sirve para rematar al toro destrozando su bulbo raquídeo. Esta es la agonía que sufre el toro, ahorrándome contar los exagerados niveles de estrés a los que son sometidos en el transporte. 

Creo que es una obviedad que el toro sufre y que no hay ningún argumento que justifique la violencia. El toro por su parte es un animal herbívoro, torpe, pesado y patoso y no es ninguna hazaña esto que llaman arte. Los toreros por su parte deberían ser dignos y no unos simples cobardes a los que se trata como semidioses, como en el imperio Romano. Por tanto espero que tarde poco en desaparecer esta actividad y yo seguiré haciendo todo lo posible para conseguir que esta tortura acabe.

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